lunes, 2 de mayo de 2011

El ser que no podía sonreÍr

Un cuento para aquellos que se sienten solos....



Había una vez un ser que no podía sonreír, se sentía solo y creía haber olvidado que era la felicidad. Se sentaba cada noche bajo la penumbra y pensaba que ese era el único color que los ojos de su alma y su vida conocían, el color de la desolación y la tristeza, que no dejaban ver que había a su alrededor.

Un día, vino alguien muy especial y le hizo comprender que su vida no era de un sólo color, que sus ojos estaban vendados, porque lo había decidido así aquella vez en que perdió la fe, cuando se cayó de su bolsillo. Ese alguien le enseñó que habían colores de alegría, esperanza, amor y muchos más, que ese opaco y oscuro que siempre veía el ser que no podía sonreír.

Entonces comprendió que el mundo era aún más grande y que debía ir a explorarlo, a través de un camino lleno de sueños; ese alguien especial también debía marcharse, pero por otro camino, y el ser que no podía sonreír sintió una fuerte decepción, pero antes de que todo volviera a oscurecer, ese alguien especial le dijo: "Los recuerdos volarán a tu lado en el día como mariposas y en la noche como luciérnagas, y traerán a ti todo lo que compartimos y lo que te he enseñado. Cuando te sientas solo y triste, mira al cielo y al ver una estrella, pídele un deseo y recuerda que cada una de ellas significa una esperanza, la esperanza de que encontrarás tu verdadera felicidad y que estaremos juntos nuevamente, porque aunque hoy nuestros caminos se separan, más adelante se unirán; no lo olvides, yo estaré contigo dentro del corazón". Y el ser que no podía sonreír, después de mucho tiempo sonrió.

Empacó valor, perseverancia, cariño e ilusión en una maleta y dibujando una expresión de alegría sobre su rostro se marchó, sabiendo que ese día no significaba un adiós, sino un hasta pronto, que volvería a ver a ese alguien especial después de encontrar su felicidad y lograr sus sueños, para compartirlos juntos por siempre.




Esta es una historia que escribí en 1.999 y que me gusta mucho, porque es un mensaje que alguna vez todos hemos necesitado o seguimos necesitando escuchar.